LA INICIATIVA FRANCESA
Secundino E. Darias García, historiador experto en Aviación, Santa Cruz de Tenerife.
(Artículo
publicado en Canarias 7 el 23 de
octubre de 2011).
Hace
85 años dos hidroaviones franceses transportaron el primer correo aéreo
internacional destinado a Canarias en un vuelo no regular. Dos años antes, un
aeroplano de las Lignes Aérienes Latécoère había llevado la primera carta de
Gran Canaria a Tenerife. El intento de esta compañía por establecer la conexión
con las Islas, sin embrago, nunca se materializó, quedando estos vuelos como
hitos singulares en la Historia de las Islas.
El
intento de las Lignes Aérienes Latécoère
Postal
recogida en Casablanca y enviada a
Las Palmas en los hidroaviones que volaron
a
Canarias en octubre de 1926 (Fuente:
La poste aeriénne française (tomo
III)
de Gerard Collot).
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La
primera iniciativa seria para el establecimiento de comunicaciones aéreas con las
Islas Canarias se remonta a 1923, año en el que los representantes de la
compañía francesa Lignes Aérienes Latécoère mantuvieron contactos con los
cabildos de Gran Canaria y Tenerife. Se pretendía entonces el desarrollo de una
conexión desde el puesto español Cabo Juby, en el Sáhara, escala contemplada en
su más larga conexión con Dakar, en Senegal. Al año siguiente, esta empresa
envió a las Islas un aeroplano Schreck FBA 17, un hidroavión transformado en
anfibio por medio de un tren de aterrizaje retráctil, que servía tanto para
maniobrar en tierra como en el agua. El avión realizó vuelos de prueba en
Fuerteventura y Gran Canaria y un vuelo de ensayo entre Las Palmas y Santa Cruz
de Tenerife. En éste último, se llevó a cabo el primer envío aéreo de una carta
entre las Islas. En aquel documento, al que hemos tenido acceso, el presidente
del Cabildo de Gran Canaria, José de Aguilar Martín, se dirigía a su homólogo de la
vecina isla, Estanislao Brotons y Poveda. De Agular le transmitía el deseo fraternal de
acercamiento entre ambas islas que ahora se verían unidas por vía aérea, un
documento de hermanamiento poco habitual, que contrastaba con una época marcada
por el denominado “pleito insular” y que desembocaría en 1927 en la división
provincial. La presencia de aquel aeroplano en 1924 y la posibilidad de
comunicaciones aéreas en las Islas habían logrado tan singular documento.
El
anfibio apareció poco antes de las 11:00 horas del día 10 de julio en el
horizonte de la capital tinerfeña, donde esperaban el anunciado vuelo las
principales autoridades, numerosos curiosos y miembros de la prensa. A los
mandos del aeroplano, iba Louis Delrieu, uno de los mejores pilotos de
Latécoère, acompañado por Francisco Cervera, representante de la compañía y por
el mecánico Lucien Guenard. Delrieu, ente la posibilidad de chocar con alguna
de las embarcaciones que había en el puerto, decidió intentar el amaraje desde
el exterior, pero al aproximarse al agua una ola golpeó el aparato y éste, tras
dar un bote, inclinó el morro hacia abajo y clavó la proa en el agua. Sus
ocupantes fueron rápidamente rescatados sin que se lamentasen más daños
personales que un fuerte golpe recibido por Guenard en una mano. Asimismo, la
carta fue recuperada y entregada posteriormente a su destinatario. A pesar de esta
iniciativa francesa, el conflicto de intereses que entonces existía entre
Latécoère y el gobierno de la Dictadura del general Primo de Rivera, más
partidario de apoyar a los alemanes, echó por tierra esta iniciativa francesa.
El
primer correo internacional
El hidroavión CAMS 37 GR participante en el vuelo de 1926 (Fuente: www.aviafrance.com). |
El Lioré et Olivier LeO H-194 expuesto en París tras su llegada a Francia, foto que el fabricante aprovechó para hacer publicidad sobre sus diseños (Fuente: La poste aeriénne française (tomo III) de Gerard Collot).
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Hacia las 15:00 horas del día 15, Bernard buscaba la
imagen del Teide en el horizonte, pero no la pudo vislumbrar debido a la gran
nubosidad sobre Tenerife. Media hora después, la pareja de hidros descendía sobre
Las Palmas amerizando en el Puerto de la Luz. Los aparatos maniobraron al
encuentro de su buque de apoyo, llegado algunas horas antes. En el Muelle de
Santa Catalina, las autoridades y numeroso público les dio una clamorosa
bienvenida. Más tarde, la
Alianza Francesa ofreció a los aviadores un brindis que,
rompiendo el tópico, no se efectuó con champán, sino con vino, mientras el
cónsul les invitaba a un espléndido banquete. Sin embrago, lo más destacado de
este vuelo fue la llegada del primer envío postal aéreo destinado a las Islas.
Se ha comentado que Ramón Franco, en su travesía del Atlántico Sur, realizada a
comienzos de año en el hidro Plus Ultra,
pudo llevar alguna carta del personal de Correos de Las Palmas a sus homólogos
sudamericanos. Aunque al parecer hay constancia de esta correspondencia, no
hubo matasellado, por lo que hay que considerar este vuelo francés como el del primer
correo aéreo internacional oficial confirmado de Canarias. Al salir de Francia,
se habrían entregado, entre otras, catorce postales para la capital
grancanaria. A éstas, se les sumaron otras recogidas en puntos como Casablanca
con este mismo destino. Al margen del correo de llegada, hubo correspondencia
que, dos días después, saldría de Las Palmas a otros lugares, como Port-Etienne,
en Mauritania. Asimismo existieron unas cartas especiales en este viaje, que se
entregaban en la oficina postal local de cada escala, para que fuesen
mataselladas y reenviadas al siguiente punto de la ruta. Esta correspondencia,
que incluía el matasellos de Las Palmas, hizo todo el viaje hasta Madagascar,
convirtiéndose en una rareza en la Historia de la Filatelia.
El día 17,
los hidroaviones pusieron rumbo a Port-Etienne y Saint-Louis de Senegal. Luego,
se internaron en África efectuando escalas en los ríos Senegal y Níger. En
Locodja, Nigeria, la suerte que les había acompañado se truncó. El CAMS 37 GR sufrió
una importante avería que suponía cambiar todo el motor y una larga espera
mientras llegaba uno nuevo desde Francia. Guilbaud pidió entonces a Bernard que
continuase el vuelo cediéndole también a su mecánico, Bougault. El LeO H-194
continuó en solitario a través del Níger, el Congo y los lagos Tanganika y
Niasa hasta alcanzar la costa del Índico. Finalmente, el 4 de diciembre,
Bernard y Bougault alcanzaban Antananarivo, capital de Madagascar. Las cartas
con el matasellos de Las Palmas habían recorrido desde la capital grancanaria
más de 12.000 km,
un record de distancia en el correo aéreo insular que tardaría varios años en
batirse.
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