PRIMEROS VUELOS TURÍSTICOS SOBRE CANARIAS
Secundino E. Darias García, historiador experto en Aviación, Santa Cruz de Tenerife.
(Artículo publicado en Binter Noticias en enero de 2004).
Hasta comienzos del siglo XX,
los atractivos paisajes canarios sólo habían sido admirados desde tierra o
desde el océano. Sin embargo, el nacimiento de la aviación proporcionó otra
forma de disfrutarlos. Durante los años 20, numerosos y afamados aviadores
habían pasado por Canarias. Muchos lo habían hecho como escala en tránsito
hacia otros puntos y no habían podido admirar las islas de cerca. Por el
contrario, aviadores como el español Ramón Franco, quien sobrevoló el Teide en
1924, lograron un contacto más estrecho con sus parajes desde la perspectiva de
las aves. Frente a estos vuelos, en exclusiva para los aviadores, hay que citar
los que se ofrecieron al público en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife en 1928
por medio de pequeños hidroaviones transportados en cruceros turísticos.
A finales de febrero, dos
buques de recreo de la Norddeutscher Lloyd llegaban a la capital tinerfeña con
sus camarotes repletos de turistas alemanes. El primero de ellos, el Lützow,
entraba en el puerto el día 24 por la tarde transportando ciento cincuenta
pasajeros, mientras que el día 27 lo hacía el Stuttgart con doscientos
cincuenta y cinco. En ambos casos, se organizaron excursiones por tierra al
norte de la isla. En esta situación, se solicitaron unos cincuenta automóviles
para los turistas del Lützow, quienes pasaron por La Laguna en dirección
a La Orotava y el Puerto de la Cruz. De la misma manera, los viajeros del Stuttgart
dispusieron de casi ochenta vehículos, repitiendo el mismo itinerario que sus
compatriotas días antes. No obstante, este no fue el único medio que emplearon
los visitantes alemanes para contemplar Tenerife. El año anterior había sido
incorporado a cada uno de estos buques un pequeño hidroavión Junkers F.13W con
el que se efectuaban vuelos sobre los puertos a los que arribaban. Estos hidros
se encontraban en la bodega de cada buque y eran movidos desde ésta por medio
de una grúa instalada para tal fin.
El día 25, se hizo descender
del Lützow su F.13 sobre las aguas del Puerto de Santa Cruz. El pequeño
aparato efectuó varios vuelos sobre la capital y sobre su puerto, para luego
dirigirse hacia el norte de Santa Cruz atravesando su litoral. Más tarde, se
adentró hacia la Península de Anaga brindando a sus pasajeros la visión aérea
de su espléndido paisaje. Por primera vez, se ofrecía esta forma de transporte
al público, dejando a un lado la exclusividad que hasta entonces habían poseído
los aviadores. Además de los pasajeros alemanes, también los tinerfeños
pudieron disfrutar de los hidroaviones, pues, previo pago de una tarifa, algunos
de ellos dispusieron de una plaza desde la que contemplar a vista de pájaro
aquellos paisajes que siempre habían admirado desde tierra o desde el mar.
El día 28, sucedía lo mismo
con el F.13 transportado por el Stuttgart. Desde las 7:00 de la mañana
hasta el mediodía, el pequeño aparato realizó diversos vuelos sobre la ciudad,
que a juzgar por la prensa local, fueron ejecutados magistralmente por su
piloto, causando gran expectación entre los santacruceros. Numerosos
ciudadanos, situados en el muelle y las azoteas, contemplaron las maniobras del
hidro, que realizó varios amarajes tanto en el interior del puerto como fuera
de él. El aparato también sobrevoló los paisajes de Anaga, regresando una y
otra vez a Santa Cruz para recoger nuevos pasajeros. Días más tarde, ambos
barcos emprendían el viaje hacia nuevas escalas. Dejaban tras de sí el recuerdo
de aquel espectáculo aéreo y la experiencia de haber ofrecido una nueva forma
de disfrutar de los paisajes insulares tanto a los canarios y como a los
visitantes de este archipiélago.
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